Efímeros
seres, atados a nuestro equipaje, viajamos en el tiempo.
Los días se
suceden como estaciones señaladas en un itinerario conocido, aunque no por ello
menos incierto. Sabemos cuál es la estación de partida, e ignoramos la de llegada,
la llamada estación término. Emprendemos camino, lo disfrutamos, lo padecemos,
lo bailamos, lo amamos, lo lloramos, lo miramos, lo anhelamos….y a veces
inmersos en la espiral del tiempo, nos olvidamos de que somos pasajeros.
Al compás de ese baile equilibrado y medido que nos brinda la luz del día y la oscuridad de la
noche, respiramos y nos dejamos llevar. Un paso, otro paso. Atravesamos frondosos y ubérrimos
valles, subimos escarpadas montañas, sorteamos onduladas dunas bajo el calor
del desierto, nos bañamos en fríos lagos, o en cálidos mares….No nos importa. Continuamos
viaje.
En ocasiones sentimos
nuestro cuerpo desprotegido y gélido. Solo, en mitad de un páramo. Otras, nos
aferramos al calor de unos brazos amigos, que nos infundan seguridad y sean esos
testigos fieles de los pormenores de nuestro viaje, acompañándonos.
Llenamos la
maleta, casi siempre de quincallas y
abalorios, y las heridas no siempre cicatrizan. Un día, en algún momento, tal vez nos veamos
obligados a soltar lastre y a mirarnos desnudos frente al espejo. Y hacernos la
pregunta. Cada uno la suya. Aceptarnos por fin, y reconocernos como lo que somos:
seres efímeros viajeros del tiempo.
LA VIDA ES UN VIAJE QUE NO ME QUIERO PERDER....POR NADA DEL MUNDO!!! :)
ResponderEliminarPrecioso texto.
ResponderEliminarEternamente efímeros, sí.