En tiempos de crisis, donde sólo oigo hablar de recortes, me encuentro una mañana ante un singular incremento. Una conocida firma comercial, ha convertido de un plumazo, o debería decir de un "cartelazo", nuestra tradicional semana de 7 días, en una fantástica semana de 23 días.
Puestos a engañifas, manipulaciones y espejismos, no sé quién se llevaría el primer premio, si el mundo de la publicidad, la política o el de las finanzas. Juzguen ustedes mismos.
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