A veces se nos presentan como apetecibles
golosinas, esponjosas y azucaradas.
Llaman nuestra atención, y
quedamos hipnotizados por su belleza, paralizados, como el niño junto al
escaparate de una pastelería. En cambio otras, nos recuerdan a pesados y
oscuros yunques, que amenazan con desplomarse sobre nuestras cabezas, y deseamos huir.
Detenidas o fugaces. Cambiantes y de caprichosas formas. Son el perfecto y bello contrapunto para el fondo azul de
este decorado que llamamos cielo.
Precioso post, compañera y, desde luego, compartimos amor: no hay día que dejen de maravillarme... pintora de nubes me pediría yo para una de las próximas reencarnaciones.
ResponderEliminarUn besazo.
Entre dedo divino, paloma y chuche de nieve, el horizonte se torna esperanza...
ResponderEliminarNosotras, esas que más de un día estamos en las nubes. Un beso guapas
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